Meniscos y rotura meniscal

Los meniscos son estructuras fibrocartilaginosas con forma de semiluna que se sitúan entre el fémur y la tibia y tienen, entre otras funciones, la de amortiguar y distribuir las cargas en la articulación de la rodilla.
En cada rodilla existe un menisco interno y un menisco externo.

La rotura de los meniscos es una patología muy frecuente, pudiendo ser de origen traumático o de origen degenerativo. También existen distintos patrones de rotura (radial, longitudinal, horizontal, asa de cubo, rotura de la raíz, etc.), influyendo esto en el tratamiento y pronóstico de la lesión.

Entre los síntomas más frecuentes asociados a las lesiones meniscales podemos destacar:

  • Crujido en la rodilla

  • Dolor con los giros y la flexión de la rodilla

  • Sensación de bloqueo o enganche

  • Dificultad para la extensión completa de la rodilla

Para el diagnóstico de las lesiones de menisco se pueden realizar distintas maniobras exploratorias como el test de McMurray o el test de Appley. La confirmación de la lesión se obtiene a través de pruebas de imagen como la resonancia magnética.

El tratamiento de una rotura de menisco dependerá de las características del paciente y de la rotura, siendo de elección inicial el tratamiento conservador en las roturas degenerativas. Las lesiones traumáticas en pacientes jóvenes son más susceptibles de requerir tratamiento quirúrgico.

Ilustración de un menisco desgarrado en la rodilla, junto a diagramas de tipos de desgarros meniscales: normal, longitudinal, en mango de balde, colgajo, transversal y cuerno roto.